Dicen que las promesas deben cumplirse...
pues ahí va una hecha a Mas Luz que no ha quedado en el olvido...
Como en ese momento me era dificil expresarlo y "otros menesteres" me ocupaban
Preferí que este extracto del libro Queridos Mallorquines firmado por Guy de Forestier (que si os produce curiosidad... puedo explicaros de donde viene el nombrecito... jeje) explicara a la perfección la respuesta que se merece Mas...
LA ACTITUD VITAL: “TANMATEIX”
Decía Santiago Rusiñol en La Isla de la Calma : “aquí nadie protesta. Paz y más paz, y siempre paz. Están contentos y no quieren moverse”
La actitud calmada del mallorquín es quizá su característica más reconocida. Hay en esta isla una fuerte tendencia a que las cosas sigan su propio rumbo, a dejar para mañana, no hay prisas, el tiempo es un bien inagotable. Y todo para desesperación (y envida) de visitantes puntuales.
Nada mejor para comprobar la elasticidad del tiempo que darse un paseo por la Ciudad Antigua de Palma. Esta ciudad mantenía sus murallas renacentistas completas al comenzar el siglo: cinco Km del mejor estilo italiano rodeando una de las ciudades más extensas de la Europa medieval. Las murallas fueron demolidas a comienzos del siglo vente y, después de dos mil años, Palma dejó de ser fortificada. Pero se percibe todavía esa sensación de quietud, de fortaleza inexpugnable bajo el sol mediterráneo, vigilada desde el aire por pequeñas bandadas de gaviotas que mezclan sus graznidos con las campanas de algún convento de clausura. Las calles, umbrías como desfiladeros, dejan ver entre los aleros un cinta de azul intenso. Resuenan las pisadas y las voces, y son posibles los encuentros imprevistos, las miradas furtivas, las situaciones insólitas. El azar del laberinto nos envuelve, y nos libera del habitual secuestro (del tiempo y del espacio previsibles), haciendo posible el juego, el tiempo indefinido, la sorpresa permanente. Aquí pierde sentido hablar de hoy o de mañana. Existe el ahora, que se prolonga desde el día en que una cohorte legionaria de Roma desembarcó en la cala (que hoy se llama Passeig des Born), y ahuyentó a algunos honderos que plantaron cara.
Parecida sensación intemporal se tiene en cualquier otro sitio de la isla: en una pequeña carretera de montaña, bajo el sol tórrido y bajo el estruendo de las cigarras (el único sonido que consigue incrementar el silencio), o en las calles luminosas de cualquier pueblo a la hora de la siesta; en ésta, por ejemplo, de impecable limpieza, fachadas de elegante plenitud, con persianas de librillo permanentemente cerradas (¿alguien abrió alguna vez?), y otra vez el silencio ensordecedor, las marcas de identidad del laberinto hecho de tiempo detenido, que se extiende hasta los bancales de piedra gris y hasta los olivos retorcidos que permanecen ahí, centenarios e impertérritos, como si hubieran comprendido que es la quietud quien los mantiene.
Es la calma, la gracia que los dioses tienen reservada para esos lugares en que el menor movimiento, un mínimo gesto, corre el riesgo de romper el cristal del que están hechos los sueños. La calma que lo invade todo. Y también a las personas.
Se comprende que no es fácil para un apresurado visitante comprender. Pero por suerte existe un conjuro infalible que resuena silenciosamente en los campos de algarrobos, en los acantilados o bajo el mar, y que ud mismo (¡si, ud!) puede aplicar sin esfuerzo, sin más que seguir esta sencilla ceremonia: póngase cómodo, entorne perezosamente los ojos, y entreabriendo los labios pronuncie lentamente la palabra talismán, la llave mágica que abre el tesoro de la no-acción:
“ T A N M A T E I X”
Comprobará cómo un diligente mecanismo se dispara en su cerebro, y cómo un cosquilleo se extiende, poco a poco, a todas las partes de su cuerpo. Una irresistible sensación de euforia le invade; sus músculos, sus huesos, y sus neuronas experimentarán una particular forma de placer hasta ahora desconocida para ud, una sensación de flotación que le permitirá justificar su estado de gracia por encima de cualquier otra obligación menor. “tanmateix” es una consigna de complicidad, es el mas arraigado gesto solidario, el acuerdo secreto, la ley tácita que rige los destinos afortunados de la isla. “tanmateix… què li hem de fer” (“de todas formas… no podemos hacer nada por evitarlo), es la más clara herencia de la tradición musulmana que guía todavía muchas filosofías vitales en Mallorca.