Estas, sin embargo, sí son de él...
Citas(Bertolt Brecht)
Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año
y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero
hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.
El que no sabe es un imbécil. El que sabe y calla es un criminal.
Desgraciado el país que necesita héroes.
Muchos jueces son incorruptibles, nadie puede inducirlos a hacer justicia.
El que no conoce la verdad es simplemente un ignorante. Pero el que la conoce y la llama mentira, ¡ese es un criminal!
El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no
participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la
vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido,
del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El
analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho
diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política
nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos
que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas
nacionales y multinacionales.
Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de
sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que
éstos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios
países.
Esos que pretenden, para reformarnos, vencer nuestro instinto criminal,
que nos den primero de comer. De moral hablaremos después. Esos que no
se olvidan de cuidar nuestra formación, sin que por ello dejen de
engordar, escuchen esto: por más que le den vueltas, primero es comer,
y después de hartos ¡venga la moral!
Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se
condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una
verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica.
Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse tendrá que pasar al ataque.
Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad.
Instruido por impacientes maestros, el pobre oye que es éste el mejor
de los mundos, y que la gotera del techo de su cuarto fue prevista por
Dios en persona.